lunes, 15 de abril de 2024

Bolsilibros Mesozoicos (V): La conquista del espacio

 
Obra divulgativa de Bruguera (1967)

El creciente favor popular de las novelitas de a duro acabó decidiendo a la principal editora de tebeos del país (Mortadelo, El capitán Trueno), Bruguera, a lanzar su propia colección. Con 746 títulos (725 sin contar reediciones), La conquista del espacio (1970-1985) fue la principal colección de ciencia ficción publicada en España. Tras el cierre de Bruguera, Ediciones B la relanzó con 63 reediciones. Entre los autores que aportaron relatos con fauna mesozoica o inspirada en ella, debemos destacar, aparte del ya comentado Curtis Garland, tres nombres: Ralph Barby, Adam Surray y Kelltom McIntire. Y como ya os suponíais, todos son fake, esto es, pseudónimos de escritores españoles de pura cepa.

 
Àngels Gimeno y Rafael Barberán: Ralph Barby

Rafael Barberán Domínguez nació el año que terminó la Guerra Civil, cuyo resultado provocó que se quedara huérfano de hecho, ya que su padre, sargento en un hospital de la República, fue recluido en un campo de concentración. Estudió química, siendo empleado por una empresa estadounidense hasta que perdió el trabajo por un grave problema de visión que arrastraba desde el servicio militar. En un club de ajedrez conoció a su futura mujer Àngels Gimeno Romero. Ambos compartían la pasión por la escritura y se convirtieron en un tándem literario bajo el pseudónimo de “Ralph Barby”, responsable de más de mil libros, de los que han vendido quince millones de ejemplares, más otros tres en portugués.

 
El que más nos interesa a nosotros es “Supervivencia” (La conquista del espacio #3, 1970), que cuenta la odisea de un grupo de astronautas que llega a un planeta habitado por dinosaurios y una raza de insectos antropomórficos que se encuentran en la Edad de Piedra.

Cuando Bruguera echó el cierre en los ochenta, el matrimonio dio un paso al frente y fundó su propia casa, Ediciones Olimpic, aunque se centraron en las novelitas de terror y el oeste, dejando a un lado la ciencia ficción. Por otra parte, Àngels ha traducido obras de ciencia ficción como la saga de Alex Scarrow Time Riders, incluida la segunda novela, “Tiempo de dinosaurios”, en la que Liam, miembro del selecto club de crononautas protagonista, viaja al Mesozoico, a la zona de caza un letal depredador.

Os dejamos con un fragmento de “Supervivencia” en el que, lamentablemente, una vez más se da por supuesta la convivencia entre seres humanos y dinosaurios en la prehistoria. En su descargo, sólo cabe aquello de “mal de muchos...”, pues la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia de 2015 mostró que casi un tercio de los españoles sigue pensando que humanos y dinosaurios convivieron en algún momento [1], demostrando lo imperiosamente necesaria que es la difusión científica. Éste es el texto de (los) Barby:
Por encima de los árboles apareció la feroz cabeza del monstruo antediluviano que fue reconocido inmediatamente por Eva, ya que el desarrollo genético y biológico de aquel extraño planeta tenía muchos paralelismos con la Tierra.

Aquel monstruo debía haber estado en medio de la jungla durmiendo y acababa de despertar alzando su enorme cabeza provista de una satánica dentadura capaz de triturar un “bulldozer” en escasos segundos.

—¡Peligro! —exclamó telepáticamente el anciano echando a correr.

Aquellos seres, provistos de antenas demostraron poder correr con una velocidad muy superior a la de los humanos. Varios de ellos recogieron del suelo lanzas que al parecer habían dejado caer antes de presentarse a los recién llegados.

—Es un terópodo.

—Parece muy peligroso.

—Sí, se sabe que eran terriblemente sanguinarios.

—Pues nuestros amigos de las antenas les tienen bastante terror.

—Lógico, como sólo poseen lanzas por armas, nada pueden contra él.

—Probablemente, bichos como ése diezmarán su población como debió ocurrir en la Tierra durante la prehistoria.

—¿Y qué hacemos? Ese monstruo parece que nos ha visto. Nos mira horriblemente y saca su lengua. Va a venir hacia aquí y su velocidad será asombrosa debido a las grandes extremidades posteriores que posee.

—Sí, no llegaríamos a tiempo al módulo, que por otra parte no representa suficiente protección, ya que ese monstruo puede triturarlo entre sus mandíbulas.

El terópodo rugió de nuevo irguiendo aún más su cabeza que sobrepasó en mucho las copas de los árboles que le rodeaban. De pronto, se lanzó en busca de sus presas.

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[1] Mora Cuadrado, J. (2017) La ciencia de los dinosaurios en 100 preguntas, Nowtilus.

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