La responsable de estos nidos es probablemente la tortuga fósil Eocenochelus eremberti, de la que se han encontrado numerosos ejemplares en el yacimiento, y que desovaba aprovechando las zonas arenosas de un gran delta que se abría al Cantábrico. De hecho, Eocenochelus corresponde a un pariente primitivo de la actual Erymnochelys, apoyando esta identificación.
Ester Díaz Berenguer, investigadora del grupo Aragosaurus, responsable de las actuaciones en el yacimiento y coautora del trabajo, ha declarado que “a pesar de que el yacimiento de Castejón de Sobrarbe es muy conocido por sus sirenios fósiles, su estudio nos está descubriendo un ecosistema complejo, donde diferentes especies coexistían e interactuaban”.
Miguel Moreno, miembro del grupo de investigación aragonés actualmente en la Universidad Nova de Lisboa y especialista en huevos fósiles, remarca la importancia del estudio de la geología para poder comprender el yacimiento “Castejón de Sobrarbe es un lugar privilegiado para excavar fósiles, donde podemos recuperar mucha información, que nos está permitiendo comprender relaciones complejas entre el ambiente del Eoceno y los organismos que vivían hace 42 millones de años”. José Ignacio Canudo, director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza e investigador principal del grupo Aragosaurus-IUCA, ha remarcado “el gran interés patrimonial de los fósiles de vertebrados de Sobrarbe, un patrimonio que sólo ahora comenzamos a descubrir, y que dará muchas sorpresas en el futuro”.
El trabajo ha sido financiado en parte gracias a una ayuda del Instituto de Estudios Altoaragoneses, concedida para el estudio de estás cascaras de huevo. Así mismo, han contribuido la Fundação para a Ciência e a Tecnología de Portugal, El Ministerio de Ciencia e Innovación de España y los Gobiernos de Aragón y el País Vasco, que financian a los equipos de investigación involucrados en este trabajo y la colaboración del Geoparque Mundial UNESCO Sobrarbe-Pirineos.